Editoriales

De negaciones y negocios

Ha sido un logro fenomenal el hecho de prohibir por una norma, el cultivo de salmónidos  en el mar, lagos, ríos, lagunas, espejos de aguas naturales, de Tierra del Fuego. Lo que si se permitió es que se pueda tener truchas arcoíris y si querés tener salmón del atlántico, hacelo en tierra en piletones. Un poco más caro, pero altamente SUSTENTABLE.

Asusta en la Argentina, y a los desarrollistas como Kulfas este deseo del buen vivir. Salieron a presionar para que el gobierno provincial vete la norma. Como por ejemplo Martin Schapiro, sociólogo en buenos aires, que en menos de unas horas de la ley votada escribió un texto en el Le Mond Diplomatiq  latinoamericano, donde sentado en su silla en CABA, justifica que antes que prohibir, se debe regular una actividad. Que prohibir hace que no se desarrolle el país y que evitamos el ingreso de divisas.

Y arranca con el “sustentable”. Actualizando lenguaje ahora se dice que una actividad es sustentable cuando es “regulable”. 

Hace 34 años, en el Informe Brundtland que realizó la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU se aplica la palabrita “sustentable” al lado de “desarrollo”, dándonos una idea de que aún se puede seguir explotando recursos naturales para satisfacer el consumo, pero que esa explotación no sea tal que llegue a eliminar la posibilidad de que generaciones futuras se perjudiquen.

Pero de sustentable, NO PASÓ NADA. Sino, todo lo contrario. En las últimas décadas, los indicadores de sustentabilidad más importantes no han hecho más que empeorar. 

Buscando datos actuales se encuentra el record de temperaturas altas en la Antártida y también en Canadá. Que como nunca antes se registraron  vientos fuertes y lluvias torrenciales en Comodoro Rivadavia. Que los mares están llenos de plástico y que el agujero de la capa de ozono alcanzó máximos históricos de apertura en el 2020.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU sostiene en un reciente informe debelado por la agencia AFP, que los niños que nacen hoy sentirán con fuerza el impacto negativo del cambio climático antes de cumplir los 30 años.

El informe estará pronto en la mesa de quienes gobiernan los destinos de las poblaciones. Con esa realidad ¿Qué harán?

Greta Thumberg, la joven sueca que alerta al mundo de que ella no quiere vivir estas condiciones,  dice que “La sustentabilidad a largo plazo no entra en los sistemas políticos y económicos actuales”.

Enrique dussel , filósfo de la liberación dijo que  “estamos llegando a límites y justamente la vida vuelve a estar en el Horizonte próximo porque ecológicamente estamos destruyendo las condiciones que posibilitan la reproducción de la vida.”

Dice Flavia Broffini, politóloga activista ambiental desde hace 20 años, “Estamos transitando el fin de la sustentabilidad. Necesitamos inaugurar una nueva era que necesariamente debe ser de regeneración. El rol de nuestra especie en este punto de la historia debe ser mucho más protagónico. No basta con reducir impactos, hay que generar nuevos beneficios. Debemos ayudar a regenerar los ecosistemas de la Tierra”. 

Podemos seguir sumando voces para que el negacionismo actual de los gobiernos sobre estos hechos se quiebre y haya políticas reales,  profundas, para no caminar al colapso, que según científicos se dará en 10 años.

El sistema de  negación es impedir que el elemento de la realidad ingrese a nuestra representación del mundo. Hacer que esa situación no exista.

Hay 3 interpretaciones de la negación: la literal, la interpretativa y la implicativa. Esta última reconoce el hecho (no se puede desarrollar sin impactar), reconoce las causas (contaminantes y extracción), pero no está de acuerdo con las consecuencias que se enumeran, niegan la forma de enfrentar ese hecho, ejemplo los que creen aún que la cría de salmón es la salida económica para la provincia, a pesar de Chile y tantos otros malos ejemplos de sostenibilidad, y que regulando a las empresas explotadoras de recursos naturales, el “desarrollo sostenible” es posible…. Todo una negación implicativa. Es como tatar que con la regulación, las mineras, no contaminen los ríos como sucedió en Jachal, o por haber Ley de Bosques Nativos se pararon los desmontes. Y así una lista larga.

Pareció oportuna las palabras del Gobernador en canal 11 el día martes diciendo que esta ley de prohibición de salmoneras en el mar fueguino, se reglamentará conjunto a organismos pertenecientes a la ONU. Es un gesto interesante ante esta embestida desde el puerto del “buen ayre”. 

Lo llamativo fue la publicación de la ex gobernadora Rosana Bertone, que de modo doliente y no queriendo quedar como la derrotada de todo este asunto (recordemos que ella instala la idea de meter salmoneras en nuestra provincia, que estuvo avalada por la legislatura fueguina de ese entonces) tira que esta ley condicionará la prórroga del subrégimen pronto a vencer.

Nada más fuera de la realidad ese esquema lógico, siendo que empresas como New San, MIRGOR, Globant, y otras han invertido grandes sumas para seguir produciendo en la provincia, y esa gente no da puntada sin hilo, saben que continuará el subrégimen.

Es por eso que la salida a esta presión que mete el poder económico como el desarrollismo de Kulfas o el reino de Noruega, es democratizando aún más la participación de la población en las decisiones de cómo se quiere vivir y poner límite al poder concentrado, y algo de eso expresó con emoción genuina el legislador Villegas cuando presentó su proyecto votado unánimemente el recordado día miércoles 30 de Junio. Ese Día deberá recordarse como el día del consenso por la afirmación de la vida en el onashaga

Después de algunas derrotas, se puede decir que esta lucha la ganó el pueblo fueguino y su ganas de vivir en esta tierra.

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