Educación

Permanecer y transcurrir: Un poco de historia

Esa noche, después de la última oración, cada monje se recluyó en su celda. Jan Amos hizo lo mismo que cada uno de sus hermanos de comunidad. Hacía muchos años que esa rutina conventual lo había trasformado en una persona metódica, ordenada y precisa. Sabía, porque había contado cada minuto, que la obsesión que lo acompañó durante meses terminaría esa misma noche. 

  Al ingresar en su celda encendió la lámpara de aceite que permanecía sobre su escritorio. Sabía que tenía el tiempo suficiente antes que la campana anunciara el momento de irse a dormir. Sabía que ese tiempo le alcanzaba para terminar su tarea pendiente. La tarea que había comenzado meses atrás.

Esa noche de 1632 en un viejo Monasterio de Moldavia, actual territorio checo, Jan Amos Komenský terminó de escribir un texto que iba a marcar la historia de occidente. Su apellido, que conocemos en su forma latina como Comenius o Comenio, lo podemos asociar hasta el día de hoy a la educación o más bien a la escolarización que aunque es parecida, no es lo mismo.

La Didáctica Magna, así se conoció la obra cumbre de Comenio, propuso educar de un modo ordenado y sistemático. Inventó un dispositivo novedoso para su época: el sistema escolar. La escolarización tradicional. La Escuela tal como la conocemos hoy.

Escolarizar es un modo histórico y sistemático para educar. Fue imaginado en el siglo 17. Tuvo sus primeras experiencias de implementación en el siglo 18. Se universalizó en el siglo 19 y finalmente tuvo su auge y decadencia en el siglo 20. Un modo que aún hoy, en pleno siglo 21, perdura. 

La escolarización tradicional fue establecida históricamente en alianza con la  construcción de los Estados nacionales. Hubo otra opciones, otros modos, otras formas que finalmente quedaron ubicadas en los bordes de la historia. Toda diversidad fue colocada en la periferia. Todo disenso fue acallado. Los principios que imaginó Comenio en su vieja celda de monje se impusieron, dejando de lado otras posibilidades de volverse sistema, otras posibilidades de habitar la Escuela.

Imaginemos: ¿Si la Escuela fuera un lugar vacío? ¿Si tuviéramos la posibilidad real de volver a ocuparlo como si lo hiciéramos por primera vez? ¿Si no hubiera limitación, qué haríamos? 

Escribir es un desafío. Es la posibilidad de proponer una idea a la consideración de otros: comunicarla, discutirla, pensarla, revisarla. Creo que pensar juntos es más potente que pensar solo. Pensar juntos requiere apertura y capacidad de diálogo. Pensar es buscar la diferencia en la repetición. Pensar es animarse a recorrer los bordes de un relato.

Manuel del Fuego

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